Con el año nuevo, vamos a empezar una serie de post de ayuda empresarial, no exentos de ironía y de mala leche, para ilustrar las difíciles relaciones existentes en el seno de las empresas u organizaciones. Empecemos por el tema de «Cómo librarse de un Director General».
Como directivos de la empresa estamos ante la tesitura de librarnos de un director general que aunque pagado de sí mismo, no ha demostrado lo que en teoría debería demostrar en un puesto como el que ocupaba. Por otra parte, la quejas sobre su comportamiento con los empleados eran contínuas y debajo del ligero barniz de profesionalidad atesoraba grandes carencias que le hacían no ser una persona adecuada con la responsabilidad que tenía.
La manera más normal es decirle «hasta aquí hemos llegado», un apretón de manos, negociar el despido y decirle que si necesita referencias que cuenten con la empresa.
Sobre este procedimiento hay varias excepciones. Por ejemplo, si el director general del que queremos librarnos llegó a la empresa de la mano de un directivo como un «crack» de la gestión, la cosa se puede complicar un poco. Todavía puede llegar a complicarse un poco si la empresa está ubicada en una mediana ciudad de provincias, con una sociedad provinciana. En estas circustancias hay otra solución: EL PATAPÚM PARRIBA.
EL PATAPÚM PARRIBA, se hizo famoso a mediados de los noventa por culpa del guiñol de Javier Clemente en los Guiñoles de Canal +. Con esta técnica nos libraremos de este individuo llevándolo a un Consejo de Administración. Se le vende como un ascenso, porque la empresa no puede prescindir de sus inestimables conocimientos y experiencias vitales. Pero en el fondo es un Patapún parriba.
En resumen, dos soluciones, o bien el «hasta aquí hemos llegado» o bien «para arriba, donde no estorbe»