En un post anterior, en respuesta a un comentario decía que el tema de los empleados tóxicos daba para una entrada, y aquí la tenemos. Por la red circulan centenares de documentos sobre este subgrupo de compañeros de trabajo, pero voy a obviar estos recursos y centrarme en lo que he conocido y/o vivido de primera mano durante estos años. Pensando detenidamente me he dado cuenta que para no hacer una entrada muy larga, voy a trocear el tema en varias para darle un poco de dinamismo al asunto
En todas las empresas hay el prototipo de empleado, digamos vagoneta. Es decir, el que trabaja poco o lo justo. Pero por toxicidad yo entiendo no a esta tipología sino al vagoneta con cara de agobio. Me explico, seguro que en nuestros trabajos tenemos algún compañero que es asiduo de los pasillos camino de la fotocopiadora o impresora con un folio (o mejor dos) en la mano y con cara de agobio (o angustia). Con una cara de «no me pidas nada, no ves que no tengo tiempo y el trabajo me sale por las orejas», cuando sabemos que no es así. Pero sucede que este empleado del que se suele decir que «vive como dios» es el primero que tiene que decir algo cuando se plantean nuevos proyectos o iniciativas que aunque no le afecten en sus tareas, pueden cambiar los equilibrios internos y tener que llevar tres folios en la mano en lugar de uno.
Otra tipología de empleado es el resentido, que suele combinarse con la arrogancia. Este resentimiento puede deberse a que considera al jefe un ente inferior que han puesto ahí y para ello no han tenido en cuenta las cualidades inherentes de este empleado. Suele trabajar lo justo y necesario para que las cosas salgan adelante, se cree imprescindible, nunca plantea una iniciativa y aunque cobre como un mando intermedio su comportamiento roza el de un operario que obedece (a regañadientes) sin aportar ningun valor añadido (que se supone que atesora) a sus tareas. Es contestario y se suele rodear de un grupo de acólitos que lo ven como un contrapoder en la empresa. Ya sabemos que la rebeldía vende más que la sumisión…..
Estas dos tipologías se complementan con un rasgo que caracteriza a todos los empleados tóxicos, que es el cotilleo contínuo. Los corrillos, los rumores, los bulos aparecen y es algo con lo que debemos convivir. Suelen ser empleados que están «de vuelta de todo» y que presumen de defender a la empresa sobre todo y todos, e incluso en se consideran elementos esenciales y vitales de la empresa.